El bagel es un panecillo redondo crujiente con un agujero en medio hecho con sencillos ingredientes: harina de trigo, sal, agua, y levadura, para consumir casi de forma inmediata a su horneado. De origen polaco, cuenta una leyenda urbana que se produjo por primera vez para conmemorar la victoria del rey Jan Sobiesky de finales del siglo XVII sobre los invasores turcos.
Muy popular en New York, era un panecillo de consumo entre la comunidad judía, hasta que en 1958, el Saturday Evening Post sugirió a sus lectores consumir una “nueva experiencia” probando un bocadillo de crema de queso y finas lonchas de tomate sobre un “buttered bagel”. Hoy día es el panecillo imprescindible de los brunch. Los que hayáis estado en Nueva York los conoceréis porque se venden por todas partes.
Los bagels pueden estar cubiertos de semillas de sésamo, cebollas o ajos secos, sal gruesa o de todo a la vez (en inglés “everything bagels”, bagels con todo), y se pueden comer solos, aunque lo más habitual es consumirlo en forma de bocadillos, rellenos de crema de queso, salmón, tomate o, en nuestra tierra, con un buen embutido de la sierra.
Qué necesitamos:
Para la masa:
- harina de fuerza, 375 gr.
- agua tibia, 250 gr.
- levadura seca granulada, de panadería, ml. 7,5
- aceite de girasol, 15 ml.
- sal fina, 5 ml.
- azúcar, 15 ml.
Para hervirlos:
- 1,5 l. de agua
- azúcar
Para cubrirlos:
- Una clara de huevo batida (con una cucharada de agua ó leche)
- Semillas de sésamo (opcional)
Cómo se hacen:
Mezclamos los ingredientes y mezclamos con una cuchara de madera hasta que la masa se despegue bien de las paredes y formamos una bola. Dejamos reposar 15 minutos tapada con un paño.
Trabajamos la masa durante 10 minutos hasta que quede fina y elástica. La pasamos a un bol, la tapamos con un film transparente y dejamos reposar en un lugar cálido hasta que duplique su tamaño (dependiendo de la temperatura ambiente, en nuestro clima entre 1 y 2 horas).
Una vez fermentada, pasamos nuevamente a la zona de trabajo y desgasificamos, presionando suavemente con los nudillos para extraer el aire, y dejamos reposar otros 10 minutos.
Transcurrido este tiempo dividimos la masa en porciones de entre 50 y 60 gr. Si queremos hacer los bagels de tamaño normal, dividimos la masa en porciones de 90 gr. aproximadamente. Se divide en pequeños bolas lisas.
Las estiramos en los bordes y cerramos hacia el centro, girando sobre la mesa, dando la forma redonda. Presionamos un poco en el centro para hacer el agujero. Dejamos reposar otros 15 minutos.
Entretanto, ponemos a hervir el agua con el azúcar y calentamos una plancha o una sartén de fondo grueso levemente aceitada. Porque el secreto de la textura y el sabor de los bagels está en que se saltean y se hierven antes de hornearlos. Pasamos los bagels por la sartén durante 2/3 minutos y volteamos por la otra cara otros 2/3 minutos,de forma que queden levemente dorados por ambas caras. Los sacamos y apartamos esperando a que el agua llegue a ebullición.
Retiramos la olla del fuego y sumergimos los bagels hasta que floten, les damos la vuelta. Repetir la operación tantas veces como sea necesario según el número de bagels que tengamos, llevando previamente el agua a ebullición cada vez que vayamos a sumergir nuevos bagels.
Se van sacando con la espumadera y se dejan secar y reposar en papel de cocina.
Precalentamos el horno a 200º y llevamos los bagels a una bandeja de horno. Pintamos con la clara de huevo batida y mezclada con una cucharada de agua o leche, espolvoreamos con semilla de sésamo (opcional) y horneamos durante 25 minutos con el horno a 180º hasta que se doren.
Están riquísimos y, como dije antes, se pueden tomar con queso, paté, salmón, embutido…
O con queso fresco y tomate, buenísimos.
Sobre cómo hacer bagels hay muchas páginas webs, yo elijo este blog dedicado exclusivamente a ellos:
Que buenos!!! Hace años que quiero hacerlos y no hay manera….ahora al ver estos ya me has picao del todo….seguro que caen y si me salen decentes te los enseño….Norawena!!!
Gracias, Pilar. merece la pena hacerlos, hay que dedicarles tiempo, como al rosco, a los croisants, pero no son difíciles y merece la pena.