El solomillo de cerdo se encuentra bajo el lomo, delante del jamón y sobre el costillar. Es una de las partes considerada de mayor calidad, alargada y redonda, muy tierna y jugosa. Y carece de infiltraciones grasas.
El solomillo se puede cocinar de muchas maneras, es una carne muy rica que solo a la plancha y en su jugo ya está exquisita. Yo he publicado varias recetas, y en esta ocasión lo cortaremos en medallones y la añadiremos una salsa hecha con queso Roquefort. En este caso he usado un tetrabrick de nata, pero también se puede hacer con una latita de nata La Lechera.
Qué necesitamos:
- Un solomillo
- Un triángulo de queso Roquefort
- Un tetrabrick pequeño de nata de cocinar
- Aceite de oliva
- Sal
Cómo se hace:
Cortamos el solomillo en rodajas gorditas, según nos guste más o menos gruesas.
En una sartén con aceite las pasamos hasta que se queden doradas por fuera y más o menos hechas por dentro, a gusto de cada uno. Las salamos y apartamos. Dejamos en la sartén el aceite que haya sobrado.
En un cazo derretimos el queso con la nata hasta formar una mezcla homogénea.
Echamos la mezcla en la sartén y la unimos con el resto del aceite sobrante y, cuando esté dorada, la volcamos sobre los medallones.
Sencillo y rápido de hacer, y éxito seguro para los que gustan del Roquefort. En esta ocasión lo he acompañado con dátiles y ciruelas pasas sin hueso, pero el acompañamiento puede ser muy diverso, patatas, verduras…