La batata es un tubérculo comestible, de forma alargada y voluminosa; de corteza marrón y pulpa anaranjada, de sabor dulzón y muy agradable. Cuando la probamos se aprecia la presencia de azúcares, y las variedades rosa y amarillas contienen mucho caroteno, así como un gran aporte de vitamina A, E y C y acido fólico. Es muy rica en almidón, hidratos de carbonos, sodio y potasio.
Se suele usar mucho en repostería, para hacer dulces, pero si la tomamos solo al horno, como en este caso, tendremos un postre también dulce, pero con el dulzor natural de la batata, sin azúcar añadido. A mí me gusta mucho y me resulta un postre delicioso, que aporta un toque dulce sin exceso, ideal como fin de una comida. Y además no resulta nada pesado, es ligero y digestivo.
Qué necesitamos:
- Un kilo de batatas, pequeñitas
Cómo se hacen:
Encendemos el horno a 200º y cuando esté caliente metemos las batatas en la bandeja, sobre un papel de los que se usan para hornear.
Les vamos dando vueltas para que se hagan por todos los lados y cuando veamos que están ya blanditas apagamos el horno. Pero las dejamos dentro un rato más aprovechando el calor residual.
Las sacamos y pelamos.
Ya están listas para tomar, calientes o frías, de ambas maneras están buenas. Buenas no…buenísimas.
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