Cuando vamos desde Grazalema a Villaluenga del Rosario nos encontramos con una sorpresa, una bonita sorpresa, un pueblo precioso, situado en el extremo oriental de la provincia de Cádiz, limítrofe con la de Málaga y perteneciendo al ámbito del Parque Natural de la Sierra de Grazalema. Frontera a una de las grandes simas kársticas que horadan esta parte de la serranía.
En Villaluenga hay restos arqueológicos muy importantes, como la construcción dolménica llamada sepultura de la Giganta, la cueva neolítica de Las Palomas, la cueva prehistórica del Arco, o el qanat, importante acueducto medieval. Y su iglesia del Savador que alberga actualmente el cementerio, de 1722.
A Villaluenga nos desplazamos con un interés concreto, conocer a Charo Oliva y sus quesos.
Charo es una mujer encantadora, de trato exquisito y, a la vez, una trabajadora y luchadora incansable. Ahora está jubilada y es su hija, Delia Olmos Oliva, quien la sustituye en la elaboración de los quesos, hechos de forma totalmente artesana.
La familia posee 300 cabras y 230 ovejas, que pastan en los alrededores, como en el Llano del Republicano, sitio precioso y con buenas hierbas donde se alimentan bien y de forma natural. Su ganado tiene la calificación M4, la máxima que se da a este tipo de ganado.
Las cabras y ovejas de Charo Oliva han obtenido varios premios en las ferias ganaderas de Benaocaz.
Con 80 litros de leche elaboran seis quesos, es una producción pequeña pero de calidad.
Los entremijos tienen solera, tienen 33 y 34 años, y llevan las iniciales de los hijos de Charo.
La elaboración de los quesos es, como he dicho antes, totalmente artesana, cien por cien higiénica, con controles constantes de limpieza y análisis preceptivos.
En primer lugar a la leche se le separa el suero.
Se mueve el resto hasta que quede listo para echarlo en las empleitas, donde se va apretando hasta que queden con la forma idónea.
Se salan las dos caras y se dejan reposar hasta que llegue la hora de meterlos en un habitáculo donde se curan.
Los quesos de Charo Oliva han obtenido varios premios en los concursos de queso que se celebran en la zona.
Para terminar la visita Charo nos dio a degustar dos tipos de queso de cabra y uno de oveja, riquísimos.
Y su requesón, fresquísimo y que elabora diariamente con el cuajo de la leche.
Villaluenga no es un pueblo grande pero pasear por sus calles es un placer, los paisajes son preciosos, yanto en primavera con el verdor de su vegetación, como en invierno con la nieve que a veces cubre sus casas.
Un lugar interesante que se encuentra en Villaluenga es el Centro de Interpretación Pérez Clotet. Pedro Pérez Clotet nació en Villaluenga, perteneció a la Generación del 27 no solo por cronología sino también por motivos literarios.
Creó la revista Isla (1932-40), uno de los referentes de las vanguardias de la época, en la que colaboraron autores como Manuel de Falla, Juan Ramón Jiménez, Fernando Villalón, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén, Max Aub, Miguel Hernández, Gerardo Diego, Luis Rosales, Muñoz Rojas y otros.motivos literarios.
El Centro guarda documentos y fotografías muy interesantes, de Azorín y Manuel de Falla entre otros.
Su hijo Virgilio nos enseñó el Centro con mucho detenimiento y amabilidad.
Y llegó la hora de la comida, y nos dirigimos al restaurante Los Llanos, donde estuvimos muy a gusto y comimos estupendamente.
Ensalada de col, zanahoria, queso, manzana verde con aliño de albahaca y mostaza antigua.
Sopa de espárragos con huevo y picatoste.
Rabo de toro
Venado en salsa
Berza
Y de postre tocino de cielo buenísimo.
Antes de irnos de Villaluenga fuimos a conocer su original Plaza de toros. Enclavada en la Sierra del Caíllo y construida sobre roca en piedra seca es uno de los más bellos cosos taurinos al estar rodeado de un impresionante paisaje natural. Presenta una planta con forma octogonal.
No hay documentación escrita acerca de la fecha de su construcción porque los archivos municipales ardieron en 1936, se sabe que es muy antigua, y la más vieja de la provincia de Cádiz. Hay documentos que prueban que ya existía en 1.792, se trata de un acta de deslinde de una Cañada pecuaria que discurría por la Manga de Villaluenga fechada el 22 de Noviembre del citado año.
Aún quedaba una cosa…comprar magdalenas, tortas y rosquillas caseras que vende en su establecimiento Pepi Ruiz. Riquísimos todos los dulces que elabora, no hay más que preguntar por ella y enseguida nos conducen a su establecimiento.
Así acabamos la jornada en Villaluenga, población a la que hay que volver para disfrutar de nuevo de sus paisajes y su gastronomía.
Para la siguiente visita nos tuvimos que desplazar a Zahara de la Sierra, por una carretera difícil pero con unas vistas preciosas.
Ya solo nos quedaba la visita a la almazara El Vínculo. Nos la enseñó Juan Urruti, 11ª generación de esta familia que desde 1755 se ha dedicado a elaborar aceite de forma tradicional. Joven formado e ilusionado con este negocio familiar.
Solo quedan cinco fábricas en España que usen este sistema de producción.
El Molino «El Vínculo» es una almazara donde se obtiene el aceite de oliva virgen de Zahara de la Sierra. Fue fundado en 1755 por D. Pedro de Peñalver y Castroverde, ilustre noble de Zahara y miembro de la Real Maestranza de Caballería de Ronda. Sin embargo hasta 1640 no se molturan aceitunas por primera vez en este lugar por su antepasado, D. Pedro de Peñalver y Balcárcel, quien implantó el olivo en esta zona a expensas de eliminar el cultivo de la vid que allí había. Aún quedan cepas sueltas entre los olivos e incluso existen olivares por lo que se denominan «Las Viñas Viejas» o “El puerto de las Viñas”.
Se pueden realizar visitas, con explicación y degustación, venden su aceite, así como aceitunas y otros productos.
Recogen la aceituna de mesa en septiembre, y para hacer aceite de noviembre a enero. Recogen dos tipos de aceitunas, manzanilla, palo de olivo traído de Sevilla por D. Pedro Peñalver, con olor, color y sabor inconfundibles. Y la tipo lechín, de pulpa más blanca.
Sus olivos tienen más de 200 años, y de ellos se recogen las aceitunas con el sistema del vareado. Se lavan solo con agua. Su obtención se efectúa por el método tradicional de prensa con capachos, además del lavado, batido, decantación y filtrado, que no originan alteraciones internas, por lo que se obtiene un aceite verdaderamente virgen de oliva, artesanal y natural, con un gusto afrutado y un aroma exquisito.
Es muy curiosa la maqueta antigua que muestra, con movimiento, el funcionamiento de la almazara.
Degustamos este aceite con pan y realmente es estupendo, por lo que todos compramos algunas botellas.
Nos fuimos con la promesa de volver en otra ocasión, y alojarnos en una de las casas rurales que alquilan, Casa Grande, Casa del Guarda y Casa del Escondite. El entorno es precioso para estar allí unos días con tranquilidad.
Y así acaba esta excursión que María Luisa Ucero organizó de forma tan eficaz para que conociéramos esta zona de la Sierra gaditana, a la que ella tanto ama. Las casas, las calles, los paisajes, la gastronomía…Ha merecido la pena su esfuerzo porque todo saliera bien, y así ha sido.
Leyéndote se demuestra lo mucho que vimos en la visita.
Fue muy fructífera!
Esto es vivir de nuevo, como dice la canción: despacio y en silencio…pero disfrutando mucho otra vez. Gracias Lola.
De vez en cuando ese silencio y esa forma de vivir viene muy bien, y en un sitio tan bonito…mejor aún.