Seguimos en la época de los alcauciles y tenemos que aprovechar que aún las encontramos en los mercados. En este blog he publicado bastantes recetas hechas con este producto tan versátil, pues se puede cocinar de mil maneras. En algunas recetas se encuentra el nombre de alcaucil y en otras el de alcachofa que no es más que el corazón de la primera.
La alcachofa procede del Noreste de África y ya se conocía en Grecia y Roma en época clásica . Durante la Edad Media se introdujo en España, y fueron los navegantes españoles unos de los que introdujeron la alcachofa en América. Su nombre procede del árabe al-kharshûf, conociéndose también como alcaucil, del árabe al-qabsíl.
Qué necesitamos:
- Seis alcachofas
- Tres dientes de ajo
- Dos patatas
- Cien gramos de jamón ibérico
- Un vaso de vino blanco
- Un limón
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal
Cómo se hace:
En primer lugar hay que tener en cuenta que, una vez compradas, no deben quedarse mucho tiempo sin cocinar, pues se afean pronto, y para que no se ennegrezcan se echan en un cuenco con agua y zumo de limón. Después se limpian y se quitan las hojas externas que son muy duras, así como la pelusilla interior, para quedamos con el corazón que es la parte más tierna.
Una vez limpias las cortamos por la mitad y las hervimos en agua con limón para evitar la oxidación. Una vez estén tiernas las escurrimos.
Por otra parte pelamos y cortamos en dados las patatas y las hervimos también.
En una olla echamos aceite y refreímos los ajos cortados, añadiendo luego las alcachofas, las patatas y el jamón picadito. Añadimos sal con cuidado, ya que el jamón da sabor.
Rehogamos un poco y añadimos el vino blanco dejándolo reducir. Listo, un guiso muy rico y sano…A probarlo
