Me gusta más hacer platos salados que dulces, pero hoy me he acordado de una tarta que hacía con frecuencia hace muchos años y he decidido volverla a hacer.
El bizcocho me enseñó a hacerlo un amigo de Málaga y puedo asegurar que está riquísimo. Ya hecho el bizcocho podemos añadir lo que queramos y decorar la tarta como más nos guste, pero a mí me gusta esta que me recuerda tiempos pasados.
Qué necesitamos:
- Dos huevos
- Medio vaso de aceite de oliva virgen extra
- Medio vaso de leche
- Un cuarto kilo de harina
- Un cuarto kilo de azúcar
- Raspadura de un limón
- Zumo de un limón
- Un sobre de levadura para bizcochos
Para decorar y rellenar:
- Un cuarto kilo de fresas
- Medio vaso de vino dulce
- Medio vaso de azúcar
- Una tarrina de nata azucarada
Cómo se hace:
Se bate los ingredientes del bizcocho menos la harina y la levadura. Cuando esté bien mezclado se añaden estos otros dos ingredientes y se mezcla muy bien.
Se forra un molde con papel de aluminio untado con mantequilla y se vuelca la masa en él.
Calentamos el horno a 180º y metemos el bizcocho, primero 15 minutos y luego otros diez con la superficie tapada, para que no se queme.
Desmoldamos cuando no queme y dejamos enfriar.
Para hacer las fresas las ponemos limpias y cortadas por la mitad en un cazo con vino dulce, azúcar y agua. Las ponemos a cocer hasta que se forme un almíbar.
Cortamos el bizcocho por la mitad y emborrachamos la parte inferior con el almíbar colado.
Ponemos encima la otra mitad y lo decoramos con nata, cubriendo bien toda la superficie.
Por encima y en los laterales colocamos fresas escurridas.
Ya tenemos una tarta para chuparse los dedos, con un bizcocho esponjoso, unas fresas buenísimas y en conjunto…riquísima.