La cocina francesa ha aportado platos muy típicos que han quedado arraigados en nestra cocina, como es el caso de las pechugas de pollo a la Villeroy. Su origen data de François de Neufville, segundo duque de Villeroy, un mariscal que pasó sin pena ni gloria en la historia militar pero sí dejó un legado importante en la historia de la gastronomía por esta forma de hacer el pollo. Con Luis XIV comienzan a tener importancia los cocineros franceses y a influir bastante en cocina europea.
No podemos confundir la salsa bechamel con la Villeroy. La Villeroy se elaboraba con yemas de huevo, leche, harina y mantequilla, y se le añadía a veces trufa o champiñones. La bechamel sólo llevaba harina, leche y mantequilla y su creador fue Louis de Béchameil, cocinero también en la corte de Luis XIV y, por tanto, coetáneos.
Actualmente solemos usar la salsa bechamel para hacer las pechugas a la Villeroy, sin ningún otro ingrediente, y se usa también para envolver chuletitas de cordero, mitades de huevo duro…, y gusta mucho a los niños pues es una salsa cremosa, como la de las croquetas.
Qué necesitamos:
- Medio kilo de pechugas de pollo
- Harina de trigo fina
- Leche
- Mantequilla
- Pan rallado
- Sal
- Aceite de oliva virgen extra
Cómo se hacen:
Cortamos las pechugas en trocitos, ni muy gordos ni muy finos. Los ponemos a hervir con agua y sal y las escurrimos cuando estén medio tiernas. Cuando las friamos acabarán de hacerse.
Hacemos una bechamel espesa con la mantequilla, la leche y la harina, y añadimos sal a gusto.
Bechamel: En un cazo se echan dos cucharadas de mantequilla, se derrite, y se echan tres cucharadas soperas bien llenas de harina de trigo fina. Se mueve muy bien, con cuchara de madera, a fuego lento, hasta que quede la harina ya no esté cruda. Se añade la leche, que tiene que estar fría, más o menos un vaso y medio, y sal. Se sigue moviendo a fuego lento, mezclando todo hasta que espese. Con la leche fría y el fuego bajo no quedan grumos. La bechamel tiene que quedar bastante espesa.
Pasamos por esta bechamel el pollo, de forma que cada trozo quede bien cubierto, y los dejamos enfriar sobre una bandeja hasta que se endurezca la capa.
Empanamos los trozos con pan rallado y huevo. Freímos las pechugas en aceite bien caliente hasta que estén bien doradas. Buenísimas.
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